TARA VERDE 

Acostumbrados a vivir en un mundo donde lo espiritual no tiene cabida, donde la energía únicamente parece estar en un enchufe de pared, donde la ciencia moderna y los avances técnicos recién nacidos han sobrepasado los límites pareciendo ser las únicas vías de sanación existentes, es lógico que a muchos esto que os voy a enseñar os suene a “chino”.  Las técnicas modernas de medicina se han antepuesto a los conocimientos milenarios, desplazando el sagrado saber de sabias civilizaciones al plano del olvido, relegándolas a un papel insignificante o ineficaz, incluso, diría, sectario.

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Pero no hay tal cosa. La medicina tibetana es uno de los sistemas médicos más antiguos de la humanidad y en ciertos estratos de la sociedad, y en ciertos rincones del mundo donde aún el “progreso” no ha hecho mella, se practica con un éxito tangible.

Y es que este método va al substrato del problema. No soluciona un mal con un químico anestésico, sino que se esfuerza en comprender cuáles son los motivos de la turbación del bienestar corporal y mental, para así extirpar el problema de raíz, de manera eficiente y total. La eterna relación entre la causa y el efecto, la síntesis entre lo material y lo espiritual, lo corporal y lo mental, son los pilares fundamentales de estos conocimientos que hoy están al alcance de nuestra mano gracias, entre otros, a la encomiable labor de los Lamas, de los estudiosos del budismo, expertos en medicina holistica y estudiosos de los postulados sagrados de Buda.

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Las enfermedades no pueden reducirse tan solo al simple desequilibrio de ciertas hormonas, a la simple reacción del cuerpo ante un agente nocivo o a la reproducción espontánea de unas células. Las enfermedades tienen un trasfondo emocional o espiritual y son una reacción natural ante un problema aún mayor, ante una cierta situación por la que atraviesa una persona y que es nociva para ella. Las enfermedades nos avisan de que hay algo que debe subsanarse, algo del espíritu.

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Para poder alcanzar un equilibrio armonioso que se somatice en una salud impecable y un bienestar completo, es necesario ahondar y comprender las tres energías vitales internas además de tener en cuenta la anatomía de los 72000 canales corporales.

Para el estudio de las mismas y la práctica de la sanación, la medicina tibetana se basa en cuatro tantras médicos llamados Gyud Zhi.

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Aplicando los parámetros y las técnicas milenarias de la cultura médica tibetana, se ha demostrado como el paciente logra superar el malestar acabando con su enfermedad y su sufrimiento, además de alcanzar los valores sagrados de la compasión y la armonía con el mundo que le rodea, gozando de una vida plena y feliz.

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La meditación, la terapia del sueño, y otras profundas prácticas espirituales son los regalos que el saber milenario tibetano nos brinda y que cada uno de nosotros debemos descubrir.

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“Que todos los que entren en contacto con la medicina tibetana tengan sus vidas protegidas, que se curen de sus enfermedades y sufrimientos, que se alivie su angustia mental y que alcancen sabiduría y compasión”

Su santidad el decimoséptimo Karmapa Trinley Thaye Dorje.